Cada vez más personas optan por la cremación como forma de entierro, en parte debido a la posibilidad de guardar las cenizas de sus seres queridos dentro de su propia casa. En este artículo examinaremos las normas que se deben respetar al guardar las cenizas en casa y cómo deshacerse de ellas según las leyes vigentes, para que este gesto de amor sea significativo y respetuoso.
La cremación y la importancia de las urnas cinerarias
La cremación se rige por la legislación estatal, mientras que las regulaciones detalladas caen bajo la jurisdicción regional y municipal. Tras la cremación, lo que queda de los restos mortales debe conservarse en una urna cineraria . Ésta puede ser enterrada o inhumada en un nicho, guardada en casa o las cenizas pueden esparcirse en los lugares permitidos por la ley.
Si el difunto expresó su deseo de ser incinerado en un testamento o solicitud verbal, es posible que también haya indicado cómo le gustaría que sus familiares cuidaran sus cenizas. A falta de indicaciones específicas, los familiares más cercanos (cónyuge y parientes de primer grado) podrán disponer de las cenizas como estimen más conveniente.
Esparcer las cenizas en la naturaleza: un gesto de libertad
Es posible esparcir las cenizas en áreas designadas dentro de los cementerios, en el mar, en lagos y ríos (donde lo permita la ley) y en áreas privadas al aire libre, siempre que se cuente con el permiso de los propietarios y no exista ningún fin de lucro. Está prohibido esparcir cenizas en zonas residenciales.
Guardar las cenizas en una urna: un recuerdo tangible
Si se decide guardar las cenizas en una urna, es imprescindible elegir una urna de calidad que cumpla con la normativa autonómica y municipal. La urna debe estar sellada y permitir la identificación del difunto a través de sus datos personales.
Es posible enterrar la urna en el cementerio o regalarla a familiares, ya que la ley permite conservar las cenizas de una persona fallecida en el domicilio, siempre respetando los métodos establecidos. Esta elección le permite mantener un recuerdo tangible y significativo de su ser querido.
Para conservar las cenizas en el hogar es necesario presentar una solicitud por escrito al registrador del municipio donde ocurrió el fallecimiento y adjuntar a la solicitud una copia certificada del testamento publicado o de la escritura de la que consta el testamento del fallecido.
A falta de testamento, la solicitud deberá ser presentada y firmada por el cónyuge o parientes más cercanos, a quienes haya recibido el encargo moral de elegir en lugar del causante.
La urna debe estar sellada y contener los datos personales del difunto, dejándose constancia de su entrega a la familia. Una vez en posesión de la urna, es importante colocarla en un lugar seguro donde no pueda ser robada, sustraída ni profanada.
Es fundamental recordar que no es posible mover la urna libremente. Si quien lo posee necesita trasladarse a otra vivienda, es necesario solicitar autorización al registrador civil.
Respeto a las reglas y responsabilidades de los miembros de la familia.
Quien tenga una urna cineraria en su domicilio deberá respetar los precintos y no decidirse a esparcir las cenizas sin autorización del registrador, ya que estaría cometiendo un delito penal. Si por cualquier motivo ya no se desea conservar la urna en casa, se deberá formalizar la renuncia a la custodia de las cenizas cumplimentando una declaración firmada que se enviará al registrador civil. Este último asume el compromiso de conservar la urna a sus expensas en un cementerio.
Conclusión
Preservar las cenizas de un ser querido en casa es un gesto íntimo y significativo, que requiere respeto y sensibilidad. Informarse sobre la normativa vigente y seguir las pautas indicadas en este artículo puede ayudar a que la memoria de su ser querido sea honrada de la manera más adecuada. Elegir una urna cineraria de calidad y respetar las leyes vigentes es fundamental para hacer de este gesto de amor un homenaje duradero y significativo.